domingo, 5 de diciembre de 2010

La palabra del día (XXII): estípite

Ayer estuve en Écija, en las visitas guiadas con ocasión de las Jornadas Barrocas 2010. De esta población sólo conocía el Museo Histórico Municipal, ubicado en el Palacio de Benamejí, así que aprovechamos la coyuntura para que nos enseñasen la ciudad con más detenimiento: es difícil asimilar tantísima información como nos suministraron y tan sólo un día después ya he olvidado la mitad de lo que me contaron (sin contar que se me ha estropeado la cámara y por tanto ni siquiera tengo una imagen que me refresque la memoria), pero me gustaría apuntar aquí una palabra que no quiero que se me olvide, estípite.

estípite.
(Del lat. stipes, -ĭtis, estaca, tronco).
1. m. Arq. Pilastra en forma de pirámide truncada, con la base menor hacia abajo.
2. m. Bot. Tallo largo y no ramificado de las plantas arbóreas, especialmente de las palmeras.

El muchacho que nos guió durante la mañana empleaba un vocabulario muy específico para todos los elementos arquitectónicos y, aunque siempre me propongo aprender a llamar las cosas por su nombre, sólo conseguí retener esta palabra. A ver si para otra visita aprendo más.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La palabra del día (XXI): alcatruz

Llevo veraneando en El Puerto de Santa María toda la vida, pero no fue hasta la primera semana de octubre de este año que descubrí las salas prehistóricas y romanas del Museo Arqueológico Municipal en la calle Pagador (prácticamente en una esquina de la Plaza de España), y ha sido esta misma semana que encontré la Sala Museo del Hospitalito, donde están expuestos los hallazgos godos (apenas un par de dagas y un portalámparas) y los objetos árabes: fue entre estos últimos que encontré una especie de cántaro denominado "alcatruz", utilizado para la pesca del pulpo. Sin embargo, alcatruz no consta en la RAE (aunque sí lo hace alcaduz, palabra de la que según la cartelería del museo deriva alcatruz) y ha sido en un foro donde he encontrado lo siguiente:

"Uno de los métodos de pesca más originales que se practican en la Bahía de Cádiz, es la pesca del pulpo mediante el alcatruz. Con tan curioso nombre se designa a los recipientes de barro que forman este singular arte de pesca, que no son más que cántaros provistos en su base de un pequeño orificio.

El funcionamiento del alcatruz es comparable al palangre. En principio se necesita un hilo de multifilamento o cordel que hará las veces de línea madre, de la que irá partiendo a dos o tres metros de separación una brazolada más o menos larga que se anudará a la embocadura del cántaro. Para calarlo se larga un rezón o potala que mantendrá a fondo el cabecero del arte y a continuación y apalangrados irán fondeándose los respectivos alcatruces, formando una línea sobre el fondo marino.
La idea es simple, se calan los alcatruces en fondos de arena o límpios, de manera que los pulpos, al verlos, ven en ellos una oportunidad magnífica de conseguir un refugio seguro que los mantenga a salvo de los depredadores. Una vez transcurrida varias horas desde su calado, se procede a izar los cántaros [...], se vierten unas gotas de agua fuerte en el orificio que el alcatruz tiene en el fondo de manera que al sentir el pulpo la quemadura que le produce el ácido, abandona rápidamente su cubículo, siendo capturado fácilmente por el pescador. Para evitar que los pulpos trasieguen por aquí y allá del barco, se mata a los pulpos empleando para ello un método muy efectivo, o bien se les da un corte por debajo de los ojos o se clava la navaja entre medio de estos, de manera que afecta al cerebro del animal y lo mata de forma prácticamente instantánea.

Hoy día los alcatruces de barro están siendo sustituidos por recipientes de PVC, más resistentes y menos voluminosos de transportar en el barco."

Otro usuario del foro puntualizaba que no se usa agua fuerte, sino salmuera.

Puede que alcatruz no esté recogido en la RAE, pero al buscar en Google sí he encontrado esta voz en diccionarios gallegos y portugueses. Por cierto, que tampoco conocía la existencia de la palabra potala.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Atalantar y todo ese vocabulario agrícola que desconozco

Os copio directamente el párrafo en que se explica en qué consiste la exposición Atalantar, sita en la Casa de la Ciencia:

"EXPOSICIÓN Atalantar, de la cultura rural al desarrollo sostenible.

Atalantar ofrece una completa visión de la cultura rural (o lo que nos queda de ella) a través de 66 fotografías de gran formato, obra de algunos de los mejores fotógrafos españoles, entre ellos Xurxo Lobato, José Antonio Martínez, Ángel Araújo, Ramón Masats, Francisco Ontañón o Domi Mora, que han querido rendir un homenaje a aquellos que hicieron de la tierra su medio de vida.
Atalantar, la palabra que da nombre a la exposición, es un término de la cultura rural que ya apenas se utiliza pero que significa cuidar, mimar, acariciar... entre otras acepciones. “Es uno de los términos más hermosos de nuestro léxico y con una clara vinculación al sentido de la hospitalidad que, en no poca medida, caracteriza a la cultura rural. Ha quedado restringida a unos pocos lugares, como las sierras centrales extremeñas donde, además, se le da el sentido de compartir, casa y comida, es decir de amable invitación. Está en claro peligro de extinción”, explica el comisario de la exposición, el naturalista Joaquín Araújo.

Lugar: Casa de la Ciencia -Jardín de María Luisa-, Pabellón de Perú, Avenida de María Luisa s/n. Sevilla. Horario: Del 8 de septiembre al 3 de octubre de 2010. De martes a domingo de 10 a 21,00 horas. Entrada gratuita."

Esta Casa de la Ciencia está ubicada en el que fuera Pabellón de Perú durante la Exposición Iberoamericana de 1929 y el edificio es, cuanto menos, curioso, así que una tarde de domingo nos metimos allí a curiosear y, de paso, a ver las exposiciones que contiene. Puesto que no conocía la palabra atalantar, pensé que ya tenía entrada para este blog abandonado, pero según fui leyendo los carteles fui descubriendo material no para uno, sino para mil post. Para empezar, en el primer cartel se hablaba de "honestar". Habituada a "honrar", honestar me resultó totalmente ajena pero, cosas de la RAE, existe con el mismo significado y dos acepciones más que desconocía. Apenas había leído el primer texto de los que acompañan a las fotografías que componen la exposición y ya tenía dos palabras nuevas en mi haber. El listado completo es el siguiente (he reproducido las definiciones sin permiso de la RAE, pero que quede claro que todos los derechos son suyos, tal y cual...):

Atalantar:
Resulta curioso, pero la definición que da la RAE no la interpreto yo de la misma manera que quien eligió esta palabra para dar nombre a la exposición. Una cosa es convenir, o enamorarse, y otra muy distinta mimar o cuidar. Sin contar que hay otra definición que nada tiene que ver con el agrado...
atalantar1.
1. tr. Ext. tranquilizar. U. t. c. prnl.
2. intr. p. us. Agradar, convenir.
3. prnl. ant. Prendarse, enamorarse.
atalantar2.
1. tr. desus. aturdir (‖ causar aturdimiento). Era u. t. c. prnl.

Honestar:
1. tr. honrar.
2. tr. Dar visos de buena a una acción, justificarla.
3. prnl. ant. Portarse con moderación y decencia.

Abezado. Sí, sí, bajo una foto de ganado vacuno encontré escrita esta palabra. Conocía avezado, pero con b no lo había visto escrito nunca, así que me fui a la RAE y... Supongo que no es más que una falta de ortografía, aunque no me hago a la idea de unas vacas avezadas. Si no es más que una falta, ¿por qué incluyo esta palabra aquí? Porque buscándola he encontrado otra que no sabía que existía, abés, que significa difícilmente, con trabajo.

Perenal:
1. adj. p. us. perenne.

Besana: conocía el palo de mesana, conocía los besantes, pero no sabía que la besana era
1. f. Labor de surcos paralelos que se hace con el arado.
2. f. Primer surco que se abre en la tierra cuando se empieza a arar.
3. f. Medida agraria usada en Cataluña, que equivale a 2187 m2.
4. f. haza (‖ porción de tierra labrantía).

Llosa
1. f. rur. Ast., Burg., Cantb. y Vizc. Terreno labrantío cercado, mucho menos extenso que el de las mieses, agros o erías, y por lo común próximo a la casa o barriada a que pertenece.

Trapiche
1. m. Molino para extraer el jugo de algunos frutos de la tierra, como la aceituna o la caña de azúcar.
2. m. Bol. y Chile. Molino para pulverizar minerales.

Troje: sinónimo de troj, que significa
1. f. Espacio limitado por tabiques, para guardar frutos y especialmente cereales.
2. f. algorín (‖ división para depositar la aceituna).

Dimir, sinónimo de dumir, que es
1. tr. Ast. Echar al suelo con largas varas o pértigas el fruto ya maduro de los nogales, castaños, manzanos y otros árboles.

Cacera, que tiene dos significados bien distintos:
cacera1.
(De caz).
1. f. Zanja o canal por donde se conduce el agua para regar.
cacera2.
(De cazar).
1. f. cacería (‖ conjunto de animales muertos en la caza).

¡Cuántas palabras nuevas en una sola tarde! En estas cosas se nota que puedo ser bastante pueblerina, pero lo que no soy, desde luego, es de campo.

domingo, 22 de agosto de 2010

La palabra del día (XX): baticambra

Encontré Carpe Jugulum, de Terry Pratchett, por 5,95 en edición rústica. Dado que su precio en bolsillo es superior y que el ejemplar que ya tenía está en inglés, idioma en el que se disfruta mucho más a Pratchett pero me da más pereza leer, no dudé en comprármelo. Ni que decir tiene que lo empecé anoche, lo he acabado hoy y podría destacar muchísimas cosas que me han fascinado de la novela, pero no sería parcial porque me encanta este autor y (casi) todo lo que hace, así que me limitaré a señalar una palabra que me ha chocado: baticambra, que se emplea describiendo una zona de un castillo. Confieso que en temas náuticos y arquitectónicos hay muchas palabras que he escuchado y leído desde mi más tierna infancia y por tanto sé que se refieren a barcos y edificios, pero no sé exactamente qué describen así que, ni corta ni perezosa, me fui a la RAE. Cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí que baticambra no está contemplada en mi web de cabecera y que no es algo exclusivo de un castillo, precisamente.

No obstante, he conseguido encontrar un enlace del Centro Virtual Cervantes que en su séptima página cuenta lo siguiente acerca de esta palabra, híbrido de dos términos de distintos idiomas:

"Beticambra, baticambra y cámara, cambra 'retrete, letrina' (págs. 319-333). Estos términos aparecen en los Fueros de Teruel y Albarracín. Baticambra debe contener el árabe bait 'casa', unido a la forma antigua de cámara, voz ésta que también tuvo por sí sola el sentido de 'letrina, retrete', lo mismo que el de 'deposición, excremento'; la evolución de cámara 'gabinete privado' a 'retrete, letrina' es corriente y presenta paralelos en francés, italiano e inglés, lo mismo que la evolución a 'deposición'. Como se ve, puesto que ya cámara tenía por sí sola el sentido de 'retrete', baticambra es una expresión híbrida y tautológica como tantas otras que aparecen en la toponimia española. ¿Cuál fue la razón para introducir un término extranjero en la designación de un objeto que ya tenía su nombre? El eufemismo, sin duda, en primer lugar, y luego el prestigio del árabe como lengua culta."

Como indico, la palabra no está recogida en la RAE, así que a saber dónde la encontraría el traductor del libro, pero nunca está de más tener una forma rebuscada de referirse a las letrinas... Para compensar, os dejo otra palabra sí contemplada que también hace referencia a una parte de un castillo, merlón, que he encontrado en la primera página de Paladín de almas, de Lois McMaster Bujold (hacía tiempo que no leía nada de esta autora).

merlón.
(Del it. merlone, saetera de la muralla).
1. m. Mil. Cada uno de los trozos de parapeto que hay entre cañonera y cañonera.

sábado, 24 de julio de 2010

La palabra del día (XIX): velada

Cuando digo que en estas fechas Triana celebra "la Velá de Santa Ana", pero Castilleja celebra la de Santiago y esta noche no sé a cuál de las dos acercarme (siempre pensé que Castilleja era un pueblo de la Reconquista y por eso se celebraban las fiestas por Santiago, pero resulta que desconocía por completo la historia del pueblo en que vivo), quien no sea de estos lares se pregunta qué leches es eso. Obviamente, se trata de "la Velada de Santa Ana", pero en mi tierra está tan aceptado que en los carteles de cada año se ve escrito tal y como lo pronunciamos, "Velá". De hecho, cuando en El Puerto de Santa María se celebran veladas en las que se reparten platos de coquinas, se las llama "coquinás" ¡y cómo echo de menos esta clase de eventos durante el invierno!

¿A qué viene todo esto? A que se me ocurrió verificar en la RAE que velada significa "Concurrencia nocturna a una plaza o paseo público, iluminado con motivo de alguna festividad" y entonces encontré una acepción que nunca me hubiera imaginado:

velado, da.
(Del part. de velar2).
1. m. y f. Marido o mujer legítima.

Nunca había escuchado denominar así al señor esposo de nadie, ¡ha sido una sorpresa!

lunes, 12 de julio de 2010

La palabra del día (XVII): gárrulo

Definitivamente, una tilde marca una gran diferencia. Estaba pensando gilipolleces, como de costumbre, cuando me acordé de aquel chaval que pasó fugazmente por mi vida y lo único que dejó en mi recuerdo fue que élite también puede escribirse sin tilde sin que por ello se cometa una falta de ortografía. Cualquier persona normal quizá se hubiera planteado qué caprichosa es la memoria, qué clase de huella dejan los demás en nosotros o alguna otra cosa que pudiera resultar metafísica o interesante, pero mi neurona prefirió aferrarse a las tildes y se me ocurrió verificar si el caso de gárrulo era el mismo que el de élite: no lo es.

Según la RAE (Real Academia Española © Todos los derechos reservados y esas cosas), un garrulo con tilde es alguien que no se calla ni debajo de agua:
gárrulo, la.
(Del lat. garrŭlus).
1. adj. Dicho de un ave: Que canta, gorjea o chirría mucho.
2. adj. Dicho de una persona: Muy habladora o charlatana.
3. adj. Dicho de una cosa: Que hace ruido continuado, como el viento, un arroyo, etc.
Sin embargo, al privar al hablador de la tilde, lo dotamos de vulgaridad:
garrulo, la.
(Quizá de gárrulo).
1. adj. coloq. Dicho de una persona: Rústica, zafia.

¿A que la cosa varía bastante?

domingo, 4 de julio de 2010

Calores varias

Antes de que alguien me eche en cara el empleo de la palabra "calor" en femenino, dejadme exponer unos cuantos hechos: el primero de ellos es que la primera acepción del palabra, según la RAE, también se usa como femenino. Soy de Sevilla, ciudad en la que mis abuelos, mis padres y la gente de mi edad divide los días de verano en las horas en "que pega la calor" y "la fresquita" (y sí, la fresca sí está recogida tal cual en la RAE en su decimoséptima acepción: "Frescor de las primeras horas de la mañana o de las últimas de la tarde, en tiempo caluroso"), así que nunca dudé de que el calor pudiera ser femenino. ¿No lo es la mar en los textos de índole poética? Pero he aquí que un gallego vino a discutírmelo y comenzaron las argumentaciones.

Ya hemos visto que la primera definición que acepta la RAE de calor lleva la coletilla U.t.c.f ("Usado también como femenino"), pero el Diccionario panhispánico de dudas añade que "Es voz masculina en la lengua general culta: «A esa hora el calor lo pone a uno medio zonzo» (Flores Siguamonta [Guat. 1993]). Su uso en femenino, normal en el español medieval y clásico, se considera hoy vulgar y debe evitarse. El femenino puede aparecer también en textos literarios, con finalidad arcaizante". En la definición que yo menciono, sin embargo, no viene como voz vulgar, cosa que sí hacen con otras palabras... ¿Varía la consideración del femenino de un texto a otro? ¿Es el habla coloquial vulgar por decreto? ¿El empleo de "la calor" en Andalucía es un arcaísmo o un vulgarismo? He seguido buscando por internet y todo lo que he encontrado son apelaciones al Panhispánico, aunque todas coinciden en que el calor no es femenino en el habla actual, porque antiguamente sí que se utilizaba en el castellano formal. Por tanto, me quedo con la duda.

A raíz de las calores y su corrección o su vulgaridad salió a relucir el término afogarar, que se define como asurar. Confieso que también desconocía el significado de asurar, así que tuve que buscarlo y por eso el post de hoy no se titula "Palabra del día", ¡porque ha habido más de una!

asurar.
(Del lat. arsūra, de ardēre, arder).
1. tr. Requemar los guisados en la vasija donde se cuecen, por falta de jugo o de humedad. U. m. c. prnl.
2. tr. Abrasar los sembrados por el calor excesivo. U. m. c. prnl.
3. tr. Quemar o abrasar la ropa.
4. tr. Inquietar mucho. U. m. c. prnl.
5. prnl. asarse.

Como al pie de cada página siempre aparece aquello de "Real Academia Española © Todos los derechos reservados", no sé si es preciso añadir que las diferentes acepciones son copiadas y pegadas de la web de Real Academia Española o si estoy infringiendo derechos tales que la Sinde se me aparecerá en mis peores pesadillas... En todo caso, durante estos meses seguiré saliendo a la calle con la fresquita, sin parar mientes en el género del calor del que huyo.

martes, 20 de abril de 2010

La palabra del día (XVI): avocar

Leía hoy en un mensaje en un foro que "esta iniciativa está avocada a que la gente se quede los libros". Comenzaron a sangrarme los ojos, pero una ya ha aprendido a dudar de todo y por tanto acudí a la RAE a cotillear. Y, efectivamente, avocar existe, aunque no con el sentido que tenía en la frase citada:

avocar.
(Del lat. advocāre).
1. tr. Der. Dicho de una autoridad gubernativa o judicial: Atraer a sí la resolución de un asunto o causa cuya decisión correspondería a un órgano inferior.

lunes, 22 de marzo de 2010

La palabra del día (XV): nimio

Habrá quien se pregunte cómo leches puede ser "nimio" mi descubrimiento del día, pero tiene su historia: estaba hablando de las tapas en un bar y se me ocurrió decir, en lugar de "mínimo", que eran de un tamaño nimio, dado que una nimiedad es una pequeñez o una insignificancia. Sin embargo, dudé que hubiera empleado la palabra de forma correcta, y he aquí que la RAE me hace un descubrimiento que me deja pasmada: no lo digo porque la palabra suele aplicarse a cosas inmateriales y por tanto mi uso no era apropiado, ¡sino porque el significado original, y válido, es el contrario!

nimio, mia.
(Del lat. nimĭus, excesivo, abundante, sentido que se mantiene en español; pero fue también mal interpretada la palabra, y recibió acepciones de significado contrario).
1. adj. Dicho generalmente de algo no material: Insignificante, sin importancia.
2. adj. Dicho generalmente de algo no material: Excesivo, exagerado.
3. adj. Prolijo, minucioso, escrupuloso.

Ya puestos, tampoco conocía la tercera acepción.

martes, 12 de enero de 2010

La palabra del día (XIV): albalá

Me comentó un amigo que tendría que plantearme el escribir textos propios en lugar de ir plagiando a la RAE, pero reconozco que cuanto mayor me hago más corta tengo la memoria y antes se me olvidan las palabras nuevas: mejor apuntarlas, que el hecho de escribir parece no sólo fijar los datos sobre el papel (en el monitor), sino ayudar a que se fijen en la memoria. Las palabras del día de hoy son realmente dos, ambas extraídas de Testamentum, de José Guadalajara, aunque es una novela de la que podría extraer muchas más. No en vano está ambientada en la guerra civil que habría de dar el trono de Castilla a Isabel la Católica y por tanto hay términos relativos a la vestimenta, al ajuar de los conventos y a las armas que me resultan familiares por haberlos visto en otras obras, pero cuya definición jamás he buscado en el diccionario (por ejemplo, desconocía la acepción de loba como sotana o vestidura talar, aunque supiera que era una prenda), así que esta novela daría para muchos post. No obstante, no hay que ser agonías y con dos palabras me conformo hoy: albalá y dulcidumbre.

No hace falta recurrir al diccionario para inferir que es sinónimo de dulzura, pero lo cierto es que nunca lo había visto antes. Y aunque albalá, por similitud, me sonaba a albarán, no sabía que era:

albalá. (Cf. albarán).
1. amb. Carta o cédula real en que se concedía alguna merced, o se proveía otra cosa.
2. amb. Documento público o privado en que se hacía constar algo.

¡Hasta la próxima queja o la próxima palabra que me resulte ajena!

lunes, 11 de enero de 2010

El lector, ¿no es cliente?

Llevo mucho tiempo dándole vueltas a esta entrada, pero no encontraba la manera exacta de redactarla: sigo sin encontrarla, así que escribiré a vuelapluma (¿vuelateclado?) y confiaré en que no quede demasiado incoherente... La cuestión es la siguiente: si el lector previamente ha comprado el libro, es un cliente, un consumidor, aunque sea un término que suene mal cuando se asocia a la cultura, así que ¿por qué no recibe una atención al cliente como puede recibirla cuando adquiere cualquier otra clase de producto?

En mi caso concreto, cuando he comprado un producto defectuoso me lo han cambiado sin poner pegas, he tenido mucha suerte con los servicios de postventa y con las personas que me han atendido. De hecho, cuando he comprado un libro con un cuadernillo entero en blanco o con un par de páginas desgarradas, me han facilitado tomos nuevos y el trato ha sido exquisito. Sin embargo, no siempre subsanan el error cuando el libro está defectuoso, aunque los casos a los que me refiero son tomos de manga y no de novelas: por ejemplo, tanto Norma Editorial como Ediciones Glénat omitieron páginas en sendos tomos y ¿qué hicieron? Colgar la página faltante en sus webs para que el lector pudiera saber qué se había perdido. Y cuando uno de los lectores pregunta si habrá reedición, para poder comprar el tomo completo, se le responde que se duda mucho que haya reedición próximamente. Quien no haya mirado en el blog de Norma o en la web de Glénat ni siquiera llegará a leer la página faltante. Por fortuna, de estos dos casos yo sólo había comprado el tomo de Kurosagi y la página que faltaba era meramente accesoria.

En la entrada del blog de Norma que he enlazado, el equipo de redacción dice que "De ahí a decir que no tratamos bien a nuestros lectores hay un trecho, ¿no crees?", y ahí entramos en la segunda parte de esta diatriba mía: no siempre dan satisfacción cuando el fallo es de imprenta, pero ¿alguna vez dan alguna cuando el fallo se encuentra en el contenido y no en el continente? Un libro no sólo es su formato físico, también es su contenido, y si bien puedo admitir que la calidad literaria es algo que depende bastante del criterio del lector (sí, sé que hay gente que opina que la calidad literaria se puede medir con un criterio absoluto, pero esa opinión yo no la comparto), ¿acaso la ortografía es subjetiva? ¿Merece un lector que se gasta veinte euros en Mouseguard ver exclamaciones que se cierran sin haberse abierto nunca o la palabra perro dividida en dos líneas como per-ro? El cómic es bellísimo, un color impresionante, unos escenarios magníficos, pero dudo que eso compense ver ciertas aberraciones ortográficas. Lo cierto es que jamás he comprado un tomo de Norma que no incluya al menos una falta de ortografía. ¿Se puede decir que no tratan bien a sus lectores? Al menos se puede decir que no tratan bien a sus correctores, porque o bien ni siquiera los tienen contratados o no les deben pagar lo bastante para que hagan su trabajo.

Y hasta ahora he estado hablando sólo de cómic, algo que sólo algunos consideran literatura, pero el mundo de la prosa narrativa no se libra. Cuando yo era pequeña, siempre me insistían en que tenía que leer mucho, porque leer ayudaba a mejorar la ortografía. Desde que últimamente encuentro huido con tilde en la i, laísmos por todas partes, verbos mal conjugados (si vas a apostar guardas, los apuestas, no los apostas; de manera similar, uno asuela un lugar, no lo asola), jirones con g, onceavo en lugar de undécimo cuando se está enumerando y no dividiendo, ausencia de tildes o tildes más puestas (¿tí? ¿Cómo que tí?) y mil y un errores ortográficos y gramaticales, la lectura no es el placer que solía. De mi propia redacción se extrae que no estoy versada en letras, ¡pero algo aprendí en la EGB sobre el uso de la b y la v! Sin contar que cada vez que aparece reseguir en el texto puedo identificar la procedencia del traductor...

La traducción es otra cuestión. No sólo se aprecian a veces construcciones que suenan un tanto extrañas en castellano y pueden identificarse como traducciones literales del inglés (aunque, como mi dominio del inglés no es tal dominio, no puedo jactarme de encontrar estas cosas a menudo), sino que en otras ocasiones se da por sentado que todos sabemos no sólo inglés, sino francés, alemán ¡y latín! y las frases, párrafos, citas o canciones que puedan aparecer en otros idiomas no se traducen en una nota a pie de página, con lo cual a veces me estoy perdiendo detalles que son importantes para la historia. El castellano, pese a las faltas de ortografía, puedo entenderlo, pero un idioma que no conozco, no. Quizá sea culpa mía por mis conocimientos limitados, pero ¿también por eso tengo que tragarme las aberraciones en mi idioma?

Soy un ser humano y cometo errores, como todo el mundo. A saber cuántas faltas de ortografía no encontraréis en este texto, de modo que puedo comprender que a un traductor se le pueda escapar una cosa, a un corrector se le pase por alto un fallo, pero cuando eso se repite a lo largo de las trescientas páginas de una novela o encuentro múltiples faltas en todas las novelas que compro de un tiempo a esta parte, comienzo a sentir que alguien no se está tomando en serio su trabajo y que me están estafando, con lo cual he empezado a enviar correos a las editoriales para quejarme. En algunos casos me contestan muy cortésmente y me solicitan datos sobre la edición para verificar lo que indico; en otros casos recibo un mensaje que viene a significar "Vale, vale, lo que tú digas"; y siempre se promete que no volverá a ocurrir. Sigue ocurriendo, porque sigo encontrando faltas en los libros. ¿Me dan alguna satisfacción como cliente? No. Tampoco es que la quiera, porque seguramente no me vaya a releer la novela en cuestión y lo único que puedo hacer con dos ejemplares del mismo título es liberar uno, pero parece ser que las faltas de ortografía no convierten un ejemplar en defectuoso: sólo se reedita si hay demanda y, por supuesto, no se retira una tirada porque haga sangrar los ojos de los ortonazis.

Señores editores: un libro con faltas de ortografía es un libro tan defectuoso como un libro con páginas intonsas, cuadernillos en blanco o páginas faltantes. Supongo que jamás leerán esto y que, en caso de que lo hagan, les importa un carajo, pero como consumidora me siento estafada.