miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Plagio? Si es que soy muy buena xD

Estaba buscando información sobre los acetatos que se usan en manga para las tramas cuando apareció en Google este resultado, que me llamó poderosamente la atención porque me resultaba familiar... En efecto, allá por noviembre de 2004 escribí en Ciao esta opinión sobre Gankutsuou, una adaptación al anime de El conde de Montecristo (una serie que me fascinó y que de vez en cuando me planteo volver a ver, salvo que no tengo tiempo para tanto anime pendiente, mucho menos para repasar el ya visto).

¿Y de dónde saco yo la idea de que me han copiado? Pues por ejemplo, del siguiente párrafo, sacado de ese foro:

"El flechazo surge desde el capítulo uno, que se inicia con la fiesta de carnaval en la luna. Los protagonistas son albert de morcef y su amigo franz, hijos de nobles que han viajado a la luna para acudir al carnaval. El desenfreno de la fiesta es una bofetada en el rostro ya en la primera escena, del mismo modo que cuando conozcan al conde el lujo abruma y marea; las fiestas y la disipación aturden; y todo esto se consigue gracias a la estética de la serie, sin necesidad de que los personajes hablen. Y es que la ambientación, el diseño de decorados y personajes, todo en general, supone un impacto visual."

En mi opinión, se puede leer lo siguiente:

"El flechazo surgió en el capítulo uno, que se incia con la fiesta de Carnaval en la Luna. Los protagonistas son Albert de Morcef y su amigo Franz, hijos de nobles que han viajado a la Luna para acudir al Carnaval. El desenfreno de la fiesta es una bofetada en el rostro ya en la primera escena, del mismo modo que cuando conozcan al conde el lujo abruma y marea; las fiestas y la disipación aturden; y todo esto se consigue gracias a la estética de la serie, sin necesidad de que los personajes hablen. Y es que la ambientación, el diseño de decorados y personajes, todo en general, supone un impacto visual que hizo mella también en mi disposición hacia la serie."

Y si alguien quiere encontrar más similitudes, que eche un ojito a ambos enlaces... No sé si es que soy demasiado corriente al redactar y por tanto cualquiera puede escribir lo mismo que yo por pura casualidad, o es que soy la leche de expresiva y por tanto la gente quiere expresarse como yo :P

domingo, 21 de septiembre de 2008

Mercurio

Lanochelarga2008 019

Soy una malísima fotógrafa, así que la foto está un tanto borrosa, pero creo que servirá para ilustrar lo que aquí voy a contar:

Me encanta el Museo Arqueológico de Sevilla y en esta ciudad tenemos la suerte de que la entrada en esta clase de sitios es gratuita para todos los españoles, así que no pierdo la ocasión de visitarlo cada vez que viene alguien de fuera y hay que enseñarle las bellezas de la ciudad. Siempre me han fascinado lo que mi padre da en llamar "piedras viejas", aunque la historia del Mercurio viene de antiguo y tiene poco que ver con la proveniencia de esta estatua...

Fue hace muchos años, cuando un compañero de la facultad comentó que nunca había visitado el Museo Arqueológico (a mí me habían llevado de excursión en algún curso de la EGB y pensaba que todos los niños de Sevilla habían sido arrastrados allí de la misma manera, pero se ve que me equivocaba) y, puesto que Reina Mercedes no queda lejos del parque en que se halla dicho museo, decidimos verlo con tranquilidad. Durante tres tardes consecutivas nos dedicamos a pasear por las salas y a mirarlo todo con detenimiento... Y cuando digo todo, lo digo literalmente.

No recuerdo si es en la sala XVI donde se encuentra la estatua de Mercurio en cuestión. Capada como todos los desnudos del museo, sin cabeza, con unas sandalias aladas esculpidas con todo detalle, fue la parte trasera la que me llamó la atención: desde luego, siendo como era un culo de mármol, ningún hombre podría tenerlo jamás más duro y más prieto pero ¿era un buen culo? ¿No sería quizá demasiado redondeado, lo cual asocio yo a una fémina y no a un hombre? Y en una disquisición tan absurda estaba absorta cuando mi compañero me sacó a rastras del museo llamándome degenerada, obsesa sexual y no sé cuántas lindezas más. Tan absorta estaba yo en el propósito de discernir si era un hermoso ejemplar de hombre o tenía un culo femenil que cuando mi amigo me preguntó si la estatua tenía cabeza o no, no supe qué contestarle. ¡No recordaba si había algo sobre el cuello!

Como decía, he vuelto varias veces al Museo y la historia sobre la cabeza del Mercurio y cómo su trasero distrae la atención de lo que pueda tener sobre los hombros es vox populi entre mis amigos. Reconozco que tardé bastante tiempo en poder recordar que la estatua está decapitada pero ¡ya no se me olvida! Del mismo modo que a nadie se le olvida el culo de Mercurio, porque creo que es una foto que todo el que va conmigo al museo termina por hacer.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Internet is for porn

Aunque me consta que existe una obra titulada "It sucks to be me" (que unas amigas vieron durante una estancia en Londres y comienza a preocuparme que me digan "La vimos y nos acordamos de ti") que es el origen de la canción que voy a enlazar, este video en concreto me hace mucha más gracia que los títeres originales, quizá porque a veces me aflora una vena friki y muchos de mis amigos están enganchadísimos al WoW:



¿Y a qué viene esto? A que me monté un cutresub con un amigo para traducir el manga que nos gustase y hoy se nos ha ocurrido sacar un doujin. Yo no sé más inglés que el que aprendí en el instituto y no tengo ni puñetera idea de cómo usar el Photoshop, así que la historia de por qué creamos nuestro cutresub ya la contaré más adelante; el caso es que habíamos sacado historias cortas sobre lesbianas, homosexuales e incluso algo de zoofilia, de modo que sólo nos faltaba sexo sano y normal y buscamos algo adecuado. Lo malo es que lo que encontré no era demasiado sano ni normal, sino que era un doujin sobre Welcome to NHK!, una serie en la que una desequilibrada intenta reinsertar a un hikikomori, pero como ese manga me gusta mucho y la historia respeta bastante el carácter e idiosincrasia de los personajes originales, decidí subirla.

Cuál no sería mi sorpresa cuando nuestra página, que generalmente recibe veinte visitas diarias, hoy ha sido vista por setecientas personas. ¡Vaya éxito, sólo por incluir la etiqueta hentai en el archivo! ¡Definitivamente, internet is for porn!

P.D: La historia de nuestro cutresub, mi disertación contra doujin y fanfic y aclaración de los términos empleados que quizá no sean de uso muy común fuera del mundo otaku, en otro post, otro día.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Aventuras en el autobús

No hace mucho escribía sobre lo mucho que odio conducir. Es fácil saber cuándo cojo el autobús con más frecuencia porque mi lista de lecturas aumenta de forma espectacular (un libro cada dos días, más o menos, cuando tengo que trabajar en Sevilla Este), de donde se deduce que siempre viajo acompañada de un libro. ¿A qué viene esto? A que un amigo me animaba a contar algunas anécdotas acontencidas en la estación de autobuses o a bordo de un autobús y quería dejar claro que, por norma general, voy con la cabeza metida en el libro para evitar toda injerencia, sin contar que soy asquerosamente normal, tirando a fea, así que no debería despertar simpatías espontáneas entre los desconocidos.

Pero, por alguna razón, las despierto, y he aquí el relato:

Capítulo 1: Metafísica en el circular
Por si alguien no lo sabe aún, no sólo soy becera, sino que soy de las usuarias activas y los sábados por la mañana acudo al Mercadillo Cultural del Pumarejo a ayudar a difundir este rollo libresco (algún día contaré cómo sería la sucursal de Gigamesh que abriría en Sevilla si me tocase la quiniela, ¡me encantan andar entre libros y esa librería barcelonesa es un edén!), así que era un autobús de la línea C3 el que me llevaba de regreso a Plaza de Armas un sábado al mediodía. Yo estaba leyendo un libro de Poppy Z. Brite y estaba muy absorta en la lectura, porque la novela me estaba fascinando (sólo he leído dos obras de la autora y las dos me han encantado, tiene el toque macabro justo para que historias de una sensibilidad exquisita resulten repugnantes, lo cual es una combinación que me resulta extrañamente seductora).

A la altura de la Barqueta, un hombre mayor me interrumpió: "Señorita, no voy a molestarla, porque de hecho me bajo en la siguiente parada, pero quería decirle que gracias a usted hoy me voy a acostar sabiendo algo nuevo". Imagino qué cara de extrañeza se me debió quedar, porque añadió: "Sí, gracias a usted hoy he aprendido que los vampiros tienen alma, que no lo sabía...". En efecto, yo estaba leyendo El alma del vampiro, así que no pude menos que contestar "Es novela, no puede una fiarse de que nos cuenten la verdad".

En ese momento, el autobús paró en la calle Torneo y el hombre se despidió y se bajó, dejándome allí estupefacta. ¿Qué se fuma la gente a las dos de la tarde?

Capítulo 2: Un poco de acoso sexual
Como ya dije, soy la gorda más normal del mundo. A veces uso ropa ceñida para marcar michelín, lo cual acentúa más mi carencia de atractivo y por tanto hace aún más inexplicable lo que cuento a continuación:

Volvía de la Macarena (de nuevo en uno de los circulares), tras hacer una entrevista de trabajo, e iba leyendo tranquilamente cuando noté algo extraño en el muslo derecho. Puesto que llevaba unos pantalones elásticos bastante estrechos, pensé que se trataba de la costura de la pernera, que se había torcido y me estaba oprimiendo, pero cuál sería mi sorpresa al retirar la vista del libro, mirarme la pierna y constatar que ¡en mi muslo había una mano ajena! Y he aquí lo surrealista: levanté la cabeza para mirar al dueño de aquella mano, que resultó ser un viejo, y éste me devolvió la mirada con la misma cara de extrañeza antes de retirar la mano mientras decía "Uy, perdón, no me he dado cuenta". ¿Que no se ha dado cuenta? ¡Estoy considerablemente más blanda que el asiento de plástico, oiga! Pero me quedé tan estupefacta que no atiné a decirle ni una palabrota.

Cuando recuperé el habla, tampoco pude increparlo, porque el viejo se apresuró a bajarse del autobús.

Todavía hoy me pregunto cómo pudo ser que ambos nos quedásemos tan tranquilos en una situación así. Supongo que era demasiado irreal como para reaccionar con normalidad... ¡Que no se había dado cuenta, dijo!

Capítulo 3: Tragedia (I)
Alguien podría pensar que éste es el post de "Imagínate qué cara se me quedó", pero es que hay situaciones en que realmente no sé qué cara poner. Por ejemplo, el domingo pasado (no ayer, sino el anterior).

El horario de autobuses en domingo es un infierno, el servicio se reduce al mínimo, así que en lugar de coger el autobús en mi barrio me fui a cogerlo a Castilleja (yo vivo en Castilleja, pero mi barrio tiene línea propia, independiente del resto del pueblo, es algo largo de explicar). Puesto que iba a una quedada de BookCrossing, a falta de un libro llevaba tres, de modo que apenas llegué a la parada me puse a la sombra y comencé a leer España insólita y misteriosa, de Juan Eslava Galán (señor Eslava, sé que usted nunca leerá estas líneas, pero me encanta cómo escribe y qué escribe). Cuando la señora que estaba en la parada me preguntó la hora, contesté que eran las siete y regresé a mi lectura, porque no esperaba que la mujer reaccionase como lo hizo: me cogió del brazo y exclamó "¡Ay, niña, que se me ha parado el reloj y yo estaba pensando que eran la seis!". Acto seguido, sin dejar de tironearme del brazo, con lo cual imposibilitaba toda lectura, se embarcó en una explicación sobre el funcionamiento del reloj, que le había regalado su marido, lo cual la condujo al relato de la muerte de su señor esposo, lo cual a su vez la llevó a las lágrimas.

Estaba yo ponderando si reírme de lo absurdo de la situación y las ganas de rajar que tenía la mujer (¿tengo cara de psicólogo, para que la gente se desahogue conmigo, o qué?), si ponerme a leer de nuevo para indicar que no me interesaban sus desgracias, si poner cara de circunstancias y manifestarle mis condolencias o si ofrecer un pañuelo a la doliente cuando mi interlocutora se aparta violentamente y dice "¡Joder, mi vecina! No quiero que me vea llorar. Si me pregunta, le diré que es que estoy sudando mucho por culpa de la calor". Confieso que aproveché la coyuntura para volver al libro, pero la vecina pasó de largo sin saludar siquiera y la mujer volvió al ataque.

Tras una larga diatriba contra la Seguridad Social, que dejó morir a su marido como un perro, etc, etc, tocó el relato del atropello de su madre, de dos operaciones que no supe entender a qué se debían y un largo rosario de desgracias. Por fortuna, no todo era malo: ahora tenía "un amigo", que era amigo y no novio porque el único al que ella consideraría novio por el resto de su vida es al que luego fue su marido.

Juro que cuando vi llegar el autobús fue como si se abriera el cielo y se apareciera el mismo Dios (y eso que soy atea), ¡que ya no sabía dónde meterme para huir de aquella mujer!

Capítulo 4: Tragedia (II)
Si el domingo me contaba la triste historia de su vida una mujer bajita, de pelo corto y cano, el miércoles se sentaba a mi lado una mujerona grandota, de pelo muy largo y muy negro, brazos que parecían jamones y maquillaje muy llamativo. Yo estaba embebida en la lectura de Dafne desvanecida, de José Carlos Somoza (maravillosa novela, me gustó muchísimo) mientras me tomaba un biofrutas (o Pascual Funciona, o como quiera que se llame ahora el bebedizo este) cuando la mujer me tomó del brazo de forma tan brusca que casi lo tiro todo y me espetó "Niña, ¿y a ti te gusta beber eso? Porque mira que a mí me da un asco horroroso". Me planteé por un leve instante cuándo había surgido la moda de tironearme del brazo con el que esté sujetando un libro, pero opté por ser cortés y contesté que, si no me gustase, nunca me lo bebería. Ése fue mi error: mi interlocutora se enfrascó en un largo discurso sobre sus análisis de azúcar y cómo, son sus dos gramos en sangre, jamás se atrevería a leer algo tan empalagoso que además viene en botes tan grandes que la hartan antes de haber llegado a la mitad. Todo el discurso estaba jalonado de empellones, toquecitos en el brazo y muchos "alma mía", "niña" y "corazón".

Lo malo es que del azúcar pasó a las afecciones cardíacas y de ahí a las numerosas muertes en su familia ("Ya ves, hija, se murió en Nochebuena, para que nunca se me olvide la fecha"), a cómo la echaron de su piso en la Macarena y se vio obligada a vivir en mi barrio y por qué todas las noches lloraba en el balcón para que sus hijos no la vieran. Yo miraba con añoranza mi libro (¡con lo bueno que es y me estaban interrumpiendo en lo mejor!) y me preguntaba cuándo coño iba el chófer a abrir la puerta del autobús.

¿Que qué tiene esto de particular? ¡Que apenas hacía cuatro días que había vivido una situación similar! ¡Era estadísticamente imposible que volviera a pasarme algo así, tan pronto!

Me pregunto qué hay en mi expresión que haga que la gente se acerque a hablar conmigo... Otro día que esté aburrida, ya contaré más cosas de este palo.