Me comentó un amigo que tendría que plantearme el escribir textos propios en lugar de ir plagiando a la RAE, pero reconozco que cuanto mayor me hago más corta tengo la memoria y antes se me olvidan las palabras nuevas: mejor apuntarlas, que el hecho de escribir parece no sólo fijar los datos sobre el papel (en el monitor), sino ayudar a que se fijen en la memoria. Las palabras del día de hoy son realmente dos, ambas extraídas de Testamentum, de José Guadalajara, aunque es una novela de la que podría extraer muchas más. No en vano está ambientada en la guerra civil que habría de dar el trono de Castilla a Isabel la Católica y por tanto hay términos relativos a la vestimenta, al ajuar de los conventos y a las armas que me resultan familiares por haberlos visto en otras obras, pero cuya definición jamás he buscado en el diccionario (por ejemplo, desconocía la acepción de loba como sotana o vestidura talar, aunque supiera que era una prenda), así que esta novela daría para muchos post. No obstante, no hay que ser agonías y con dos palabras me conformo hoy: albalá y dulcidumbre.
No hace falta recurrir al diccionario para inferir que es sinónimo de dulzura, pero lo cierto es que nunca lo había visto antes. Y aunque albalá, por similitud, me sonaba a albarán, no sabía que era:
albalá. (Cf. albarán).
1. amb. Carta o cédula real en que se concedía alguna merced, o se proveía otra cosa.
2. amb. Documento público o privado en que se hacía constar algo.
¡Hasta la próxima queja o la próxima palabra que me resulte ajena!
No hace falta recurrir al diccionario para inferir que es sinónimo de dulzura, pero lo cierto es que nunca lo había visto antes. Y aunque albalá, por similitud, me sonaba a albarán, no sabía que era:
albalá. (Cf. albarán).
1. amb. Carta o cédula real en que se concedía alguna merced, o se proveía otra cosa.
2. amb. Documento público o privado en que se hacía constar algo.
¡Hasta la próxima queja o la próxima palabra que me resulte ajena!
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