martes, 2 de diciembre de 2008

La palabra del día (III): arrecir

Confieso que hay palabras de uso común que no sé cómo se escriben debido a mi acento andaluz y a que pocas veces (o ninguna) las he visto escritas: por ejemplo, cuando hace mucho frío, en mi casa siempre se ha dicho que estamos "arresíos" y hoy, cuando he ido a ponerlo por escrito en el Gtalk para manifestar que me iba en busca del brasero, me asaltó la duda. ¿Cómo se escribe esa palabra de forma correcta? Es más, ¿existe?

Y cambiando la s por una c y poniendo una d en el lugar correspondiente, di con que arrecido es el participio del verbo arrecir:

arrecir.

(Del lat. *arrigescĕre, de arrigĕre, atiesarse).

1. tr. defect. p. us. Hacer que alguien se entumezca por el frío.

2. prnl. defect. Entorpecerse o entumecerse por exceso de frío.

Resulta que el frío va implícito en el significado y por tanto cuando en mi casa decimos que estamos "arresíos de frío" estamos siendo redundantes... No es que haya aprendido una palabra nueva, pero al menos he aprendido a escribirla.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La palabra del día (II): flexuoso

No hace mucho leí La vieja sirena, de José Luis Sampedro, lectura que ya conté que me descubrió la palabra tanagra. En aquella novela aparecía también el término flexuoso, que por similitud con la palabra flexible interpreté mal, para fijarme tan sólo que aparecía tres veces en la misma página. Y aunque yo admiro mucho la maestría del señor Sampedro, me pareció que repetir tres veces el mismo adjetivo en una página o bien era pedantería (por aquello de querer hacer gala del conocimiento de semejante vocablo) o bien falta de ganas de buscar un sinónimo.

Justo ayer estaba comentando esto con una usuaria de BookCrossing y, al hilo de aquella conversación, he buscado en la RAE qué significa exactamente flexuoso:

flexuoso, sa.

(Del lat. flexuōsus).

1. adj. Que forma ondas.

2. adj. Blando, condescendiente.

Obviamente, estaba muy equivocada en mi interpretación de la palabra, ¡pero nunca está de más amplicar vocabulario!

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Hoy vuelvo a deshojar...



No sé si será que llega el frío y se oculta el sol; que se acerca mi cumpleaños y ese día es siempre como un certificado de la inexorabilidad del paso del tiempo y de que tengo que enfrentar no que me hago mayor, sino que ya soy mayor; que tengo demasiado tiempo para pensar; que tengo la imaginación sobreexcitada y sólo se me ocurren barbaridades... El caso es que estoy de un emo que no me aguanto ni yo y soy tan masoquista que suelo alimentar ese estado de ánimo con canciones como ésta.

No diré nada sobre las greñas de Mikel Erentxun en este video (qué pintas) ni me explayaré sobre los motivos por los que esta canción exacerba mis estados de melancolía, pero ahí queda.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Spam personalizado

El día tres de noviembre cumplí cinco años en BookCrossing y creo que el número de post en los foros y de libros liberados atestigua que soy una usuaria activa. No es que sea veterana ni que lo sepa todo, pero sí lo bastante avezada como para reconocer ciertos patrones.

¿A qué viene todo esto? A que en el hilo "¿Cuál es el último libro que has comprado?" del foro español en la web americana aparecieron de repente tres mensajes muy seguidos alabando el mismo libro y me tomé la libertad de puntualizar que para decir qué se está leyendo en ese momento se suele postear en el hilo "¿Dónde estáis en vuestra lectura?". Cuál no sería mi sorpresa cuando hoy, en la cuenta de correo que tengo como dirección de contacto en los blog y que obviamente sólo utilizo para recibir spam, me encuentro un mail de una tal Nusky (que no es nuestra Nusky; alguien de BookCrossing me hubiera enviado un privado o me hubiera escrito a una de mis direcciones personales) diciendo que si voy contando mi vida por el foro en un arranque de hiperactividad, que si es imposible leer tanto en un año y que por qué ataco una novela de la cual se habla bien, si es que sólo están bien vistas las críticas.

Como pasaba de darle explicaciones a una publicista, me he limitado a exponer que un usuario de BookCrossing entusiasmado por una obra generalmente propone un bookring para hacerlo circular y darlo a conocer, o entra en el foro español y abre un hilo específico para comentar esa novela, pero que generalmente una persona que no ha registrado ni un solo libro y entra en el foro americano para cantar las loas de un autor suele ser alguien que quiere hacer publicidad. Tres usuarios nuevos, sin libros registrados, que en lugar de entrar en el foro americano a la búsqueda de un libro (sí, mucha gente se queda con la idea de pillar libros y pocos con la de soltarlos) o de más información sobre el funcionamiento de BookCrossing se meten en un hilo que no versa sobre qué se está leyendo, sino sobre las últimas compras, resultan un tanto sospechosos. Si a esto se suma que en cinco años han sido muy contadas las ocasiones en que han posteado dos usuarios seguidos que están leyendo lo mismo simultáneamente y se están corriendo de gusto con la lectura y que todo el mundo postea en el mirror español porque es el que tiene más actividad, ¿no es lógico pensar que ahí se mueve algún interés?

Por lo visto, no. Al menos, esta vez no han venido en plan "Jo, soy adolescente y con esta novela lo flipas" o colgando el enlace a la tienda on-line de El Corte Inglés para comprar lo novela, pero es la primera vez que me mandan un mail recomendándome la novela y recriminándome que sospeche de la publicidad descarada.

Una se mete en internet para no ver la tele y ni aún así se libra de los anuncios. Qué cruz...

domingo, 26 de octubre de 2008

Decorando Sevilla

Ayer, como todos los sábados de temporada, tuvo lugar el Mercadillo Cultural del Pumarejo, en que tenemos montado un puestecillo becero. Me dirigía en autobús hacia la Macarena cuando observé escandalizada a un montón de niñatos pintando un contenedor de reciclaje de vidrio. Habían extendido un plástico sobre el suelo, pero en lugar de pensar en qué cívico resulta tener la preocupación de no manchar las aceras, pensé que tendría que venir la policía y llevárselos a todos, o que alguien tendría que sugerirles que pintasen así las paredes de los pisos de sus padres, a ver qué les parecía la idea a sus progenitores...

Cuál no sería mi sorpresa, cuando, por la tarde, me encuentro a más personas pintando más contenedores: parece ser que la iniciativa parte de Lipasam (la empresa municipal de recogidas de basuras en Sevilla) y del Ayuntamiento, que han convocado un concurso de graffitis utilizando los contenedores como soporte. Es curioso que la noticia que enlazo afirme que quiere promocionar el graffiti como arte y no como acto vandálico, porque lo primero que pensé al ver a los artistas fue "Menuda panda de gamberros".

Sin embargo, hay que reconocer que algunos quedaron muy graciosos:
25-X-08 031

(qué ganas de comer esponjitas o cualquier chuchería me entraron viendo éste).

Aunque otros, para mi gusto, son un horror:
25-X-08 032


De todos modos, y ya que hablamos de vandalismo, a ver cuánto tiempo duran intactas estas obras, sin que venga un espontáneo con un rotulador indeleble a escribir encima "Marisa, te quiero" o "Puto Betis".

domingo, 19 de octubre de 2008

Tiempos de flame

Hubo un tiempo en que yo frecuentaba los foros y disfrutaba encabronando a la gente, porque era divertido ver cómo algunos se tomaban a pecho lo que para mí es un comentario intrascendente. Por eso cuando vi este post de Zifra no sólo me reí mucho y me lo pasé bien con el recortable de Mahoma, sino que tuve que reprimirme horrores para no colgarlo en determinados sitios... Y es que me estoy reformando.

De todos modos, si algún adepto del Islam se pasa por aquí y se siente ofendido por ese recortable, puede resarcirse disfrazando a Jesucristo y así estamos en paz.

lunes, 13 de octubre de 2008

La palabra del día

Si éste fuera un diario de verdad, tendría muchas cosas que contar aquí, pero éste no es un confesionario, así que de mis conclusiones tras este fin de semana sólo puedo contar que aún me falta mucho por descubrir del léxico castellano: aunque ahora mismo estoy leyendo El reinado de Witiza, de Fernando García Pavón, para amenizar los viajes de ida y vuelta de este fin de semana a Huelva cogí La vieja sirena, de Sampedro, autor que me ha descubierto una nueva palabra. Lo extraño es que sólo me haya descubierto una, porque es éste uno de esos escritores que parece escoger cuidadosamente las palabras con que designa cada cosa, su prosa tiene algo de poético y melancólico y a la vez es un alarde de exactitud porque en lugar de emplear un término más genérico, más coloquial, emplea vocablos de uso menos extendido... En esta ocasión, la palabra es tanagra, que según la RAE es

tanagra.

1. f. Estatuilla de barro cocido como las halladas en la ciudad griega de Tanagra.

Lo bonito de estas cosas es que me puse a buscar qué ciudad griega era esa y terminé por encontrar que Tanagra era el nombre de Eolo y Metope (una ninfa) y que ella dio nombre a la ciudad de Beocia que a su vez dio nombre a estos exvotos que se ofrendaban en los templos helenísticos... Y es que no hay nada mejor que coger una enciclopedia y dejar que un término te lleve a otro, o entrar en Google e ir pinchando enlaces.

viernes, 3 de octubre de 2008

Más relojes de sol

Tengo una cámara de fotos nueva. En realidad, no es tan nueva, ya tiene un par de meses, pero soy tan torpe que aún no la sé usar y por tanto todavía no le he perdido el gusto a toquetearla. Así pues, aunque nunca he entendido a la gente que parece mirar la vida a través de una cámara, sigo llevando la mía en el bolso y haciendo las fotos más absurdas del mundo.

Ahora que en teoría debería disponer de algo más de tiempo, lo cierto es que sigo sin poder sentarme a escribir con tranquilidad, de modo que ya disertaré sobre la fotografía más profusamente un poco más adelante. Por ahora, me limito a mostraros más imágenes de más relojes de sol en Sevilla: el primero está en la fachada lateral de la Iglesia de la Magdalena (no en la calle Reyes Católicos, sino en una bocacalle) y tiene un gemelo en la misma fachada. Me llama la atención porque las divisiones no son iguales, no tienen el mismo ángulo de amplitud e imagino que se deberá a la inclinación del sol respecto a ese lado del edificio. El reloj de la segunda imagen, más normalito, se encuentra en la fachada de la Capilla de San José, en la calle Jovellanos. Parece ser que cuando restauraron la fachada de la iglesia un obrero particularmente bruto soldó el gnomon perpendicular a la fachada y costó trabajo hacerle entender que de esa manera el reloj perdía toda la gracia, según me contó un residente de esa calle.

Reloj de la Magdalena

Reloj de San José.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Plagio? Si es que soy muy buena xD

Estaba buscando información sobre los acetatos que se usan en manga para las tramas cuando apareció en Google este resultado, que me llamó poderosamente la atención porque me resultaba familiar... En efecto, allá por noviembre de 2004 escribí en Ciao esta opinión sobre Gankutsuou, una adaptación al anime de El conde de Montecristo (una serie que me fascinó y que de vez en cuando me planteo volver a ver, salvo que no tengo tiempo para tanto anime pendiente, mucho menos para repasar el ya visto).

¿Y de dónde saco yo la idea de que me han copiado? Pues por ejemplo, del siguiente párrafo, sacado de ese foro:

"El flechazo surge desde el capítulo uno, que se inicia con la fiesta de carnaval en la luna. Los protagonistas son albert de morcef y su amigo franz, hijos de nobles que han viajado a la luna para acudir al carnaval. El desenfreno de la fiesta es una bofetada en el rostro ya en la primera escena, del mismo modo que cuando conozcan al conde el lujo abruma y marea; las fiestas y la disipación aturden; y todo esto se consigue gracias a la estética de la serie, sin necesidad de que los personajes hablen. Y es que la ambientación, el diseño de decorados y personajes, todo en general, supone un impacto visual."

En mi opinión, se puede leer lo siguiente:

"El flechazo surgió en el capítulo uno, que se incia con la fiesta de Carnaval en la Luna. Los protagonistas son Albert de Morcef y su amigo Franz, hijos de nobles que han viajado a la Luna para acudir al Carnaval. El desenfreno de la fiesta es una bofetada en el rostro ya en la primera escena, del mismo modo que cuando conozcan al conde el lujo abruma y marea; las fiestas y la disipación aturden; y todo esto se consigue gracias a la estética de la serie, sin necesidad de que los personajes hablen. Y es que la ambientación, el diseño de decorados y personajes, todo en general, supone un impacto visual que hizo mella también en mi disposición hacia la serie."

Y si alguien quiere encontrar más similitudes, que eche un ojito a ambos enlaces... No sé si es que soy demasiado corriente al redactar y por tanto cualquiera puede escribir lo mismo que yo por pura casualidad, o es que soy la leche de expresiva y por tanto la gente quiere expresarse como yo :P

domingo, 21 de septiembre de 2008

Mercurio

Lanochelarga2008 019

Soy una malísima fotógrafa, así que la foto está un tanto borrosa, pero creo que servirá para ilustrar lo que aquí voy a contar:

Me encanta el Museo Arqueológico de Sevilla y en esta ciudad tenemos la suerte de que la entrada en esta clase de sitios es gratuita para todos los españoles, así que no pierdo la ocasión de visitarlo cada vez que viene alguien de fuera y hay que enseñarle las bellezas de la ciudad. Siempre me han fascinado lo que mi padre da en llamar "piedras viejas", aunque la historia del Mercurio viene de antiguo y tiene poco que ver con la proveniencia de esta estatua...

Fue hace muchos años, cuando un compañero de la facultad comentó que nunca había visitado el Museo Arqueológico (a mí me habían llevado de excursión en algún curso de la EGB y pensaba que todos los niños de Sevilla habían sido arrastrados allí de la misma manera, pero se ve que me equivocaba) y, puesto que Reina Mercedes no queda lejos del parque en que se halla dicho museo, decidimos verlo con tranquilidad. Durante tres tardes consecutivas nos dedicamos a pasear por las salas y a mirarlo todo con detenimiento... Y cuando digo todo, lo digo literalmente.

No recuerdo si es en la sala XVI donde se encuentra la estatua de Mercurio en cuestión. Capada como todos los desnudos del museo, sin cabeza, con unas sandalias aladas esculpidas con todo detalle, fue la parte trasera la que me llamó la atención: desde luego, siendo como era un culo de mármol, ningún hombre podría tenerlo jamás más duro y más prieto pero ¿era un buen culo? ¿No sería quizá demasiado redondeado, lo cual asocio yo a una fémina y no a un hombre? Y en una disquisición tan absurda estaba absorta cuando mi compañero me sacó a rastras del museo llamándome degenerada, obsesa sexual y no sé cuántas lindezas más. Tan absorta estaba yo en el propósito de discernir si era un hermoso ejemplar de hombre o tenía un culo femenil que cuando mi amigo me preguntó si la estatua tenía cabeza o no, no supe qué contestarle. ¡No recordaba si había algo sobre el cuello!

Como decía, he vuelto varias veces al Museo y la historia sobre la cabeza del Mercurio y cómo su trasero distrae la atención de lo que pueda tener sobre los hombros es vox populi entre mis amigos. Reconozco que tardé bastante tiempo en poder recordar que la estatua está decapitada pero ¡ya no se me olvida! Del mismo modo que a nadie se le olvida el culo de Mercurio, porque creo que es una foto que todo el que va conmigo al museo termina por hacer.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Internet is for porn

Aunque me consta que existe una obra titulada "It sucks to be me" (que unas amigas vieron durante una estancia en Londres y comienza a preocuparme que me digan "La vimos y nos acordamos de ti") que es el origen de la canción que voy a enlazar, este video en concreto me hace mucha más gracia que los títeres originales, quizá porque a veces me aflora una vena friki y muchos de mis amigos están enganchadísimos al WoW:



¿Y a qué viene esto? A que me monté un cutresub con un amigo para traducir el manga que nos gustase y hoy se nos ha ocurrido sacar un doujin. Yo no sé más inglés que el que aprendí en el instituto y no tengo ni puñetera idea de cómo usar el Photoshop, así que la historia de por qué creamos nuestro cutresub ya la contaré más adelante; el caso es que habíamos sacado historias cortas sobre lesbianas, homosexuales e incluso algo de zoofilia, de modo que sólo nos faltaba sexo sano y normal y buscamos algo adecuado. Lo malo es que lo que encontré no era demasiado sano ni normal, sino que era un doujin sobre Welcome to NHK!, una serie en la que una desequilibrada intenta reinsertar a un hikikomori, pero como ese manga me gusta mucho y la historia respeta bastante el carácter e idiosincrasia de los personajes originales, decidí subirla.

Cuál no sería mi sorpresa cuando nuestra página, que generalmente recibe veinte visitas diarias, hoy ha sido vista por setecientas personas. ¡Vaya éxito, sólo por incluir la etiqueta hentai en el archivo! ¡Definitivamente, internet is for porn!

P.D: La historia de nuestro cutresub, mi disertación contra doujin y fanfic y aclaración de los términos empleados que quizá no sean de uso muy común fuera del mundo otaku, en otro post, otro día.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Aventuras en el autobús

No hace mucho escribía sobre lo mucho que odio conducir. Es fácil saber cuándo cojo el autobús con más frecuencia porque mi lista de lecturas aumenta de forma espectacular (un libro cada dos días, más o menos, cuando tengo que trabajar en Sevilla Este), de donde se deduce que siempre viajo acompañada de un libro. ¿A qué viene esto? A que un amigo me animaba a contar algunas anécdotas acontencidas en la estación de autobuses o a bordo de un autobús y quería dejar claro que, por norma general, voy con la cabeza metida en el libro para evitar toda injerencia, sin contar que soy asquerosamente normal, tirando a fea, así que no debería despertar simpatías espontáneas entre los desconocidos.

Pero, por alguna razón, las despierto, y he aquí el relato:

Capítulo 1: Metafísica en el circular
Por si alguien no lo sabe aún, no sólo soy becera, sino que soy de las usuarias activas y los sábados por la mañana acudo al Mercadillo Cultural del Pumarejo a ayudar a difundir este rollo libresco (algún día contaré cómo sería la sucursal de Gigamesh que abriría en Sevilla si me tocase la quiniela, ¡me encantan andar entre libros y esa librería barcelonesa es un edén!), así que era un autobús de la línea C3 el que me llevaba de regreso a Plaza de Armas un sábado al mediodía. Yo estaba leyendo un libro de Poppy Z. Brite y estaba muy absorta en la lectura, porque la novela me estaba fascinando (sólo he leído dos obras de la autora y las dos me han encantado, tiene el toque macabro justo para que historias de una sensibilidad exquisita resulten repugnantes, lo cual es una combinación que me resulta extrañamente seductora).

A la altura de la Barqueta, un hombre mayor me interrumpió: "Señorita, no voy a molestarla, porque de hecho me bajo en la siguiente parada, pero quería decirle que gracias a usted hoy me voy a acostar sabiendo algo nuevo". Imagino qué cara de extrañeza se me debió quedar, porque añadió: "Sí, gracias a usted hoy he aprendido que los vampiros tienen alma, que no lo sabía...". En efecto, yo estaba leyendo El alma del vampiro, así que no pude menos que contestar "Es novela, no puede una fiarse de que nos cuenten la verdad".

En ese momento, el autobús paró en la calle Torneo y el hombre se despidió y se bajó, dejándome allí estupefacta. ¿Qué se fuma la gente a las dos de la tarde?

Capítulo 2: Un poco de acoso sexual
Como ya dije, soy la gorda más normal del mundo. A veces uso ropa ceñida para marcar michelín, lo cual acentúa más mi carencia de atractivo y por tanto hace aún más inexplicable lo que cuento a continuación:

Volvía de la Macarena (de nuevo en uno de los circulares), tras hacer una entrevista de trabajo, e iba leyendo tranquilamente cuando noté algo extraño en el muslo derecho. Puesto que llevaba unos pantalones elásticos bastante estrechos, pensé que se trataba de la costura de la pernera, que se había torcido y me estaba oprimiendo, pero cuál sería mi sorpresa al retirar la vista del libro, mirarme la pierna y constatar que ¡en mi muslo había una mano ajena! Y he aquí lo surrealista: levanté la cabeza para mirar al dueño de aquella mano, que resultó ser un viejo, y éste me devolvió la mirada con la misma cara de extrañeza antes de retirar la mano mientras decía "Uy, perdón, no me he dado cuenta". ¿Que no se ha dado cuenta? ¡Estoy considerablemente más blanda que el asiento de plástico, oiga! Pero me quedé tan estupefacta que no atiné a decirle ni una palabrota.

Cuando recuperé el habla, tampoco pude increparlo, porque el viejo se apresuró a bajarse del autobús.

Todavía hoy me pregunto cómo pudo ser que ambos nos quedásemos tan tranquilos en una situación así. Supongo que era demasiado irreal como para reaccionar con normalidad... ¡Que no se había dado cuenta, dijo!

Capítulo 3: Tragedia (I)
Alguien podría pensar que éste es el post de "Imagínate qué cara se me quedó", pero es que hay situaciones en que realmente no sé qué cara poner. Por ejemplo, el domingo pasado (no ayer, sino el anterior).

El horario de autobuses en domingo es un infierno, el servicio se reduce al mínimo, así que en lugar de coger el autobús en mi barrio me fui a cogerlo a Castilleja (yo vivo en Castilleja, pero mi barrio tiene línea propia, independiente del resto del pueblo, es algo largo de explicar). Puesto que iba a una quedada de BookCrossing, a falta de un libro llevaba tres, de modo que apenas llegué a la parada me puse a la sombra y comencé a leer España insólita y misteriosa, de Juan Eslava Galán (señor Eslava, sé que usted nunca leerá estas líneas, pero me encanta cómo escribe y qué escribe). Cuando la señora que estaba en la parada me preguntó la hora, contesté que eran las siete y regresé a mi lectura, porque no esperaba que la mujer reaccionase como lo hizo: me cogió del brazo y exclamó "¡Ay, niña, que se me ha parado el reloj y yo estaba pensando que eran la seis!". Acto seguido, sin dejar de tironearme del brazo, con lo cual imposibilitaba toda lectura, se embarcó en una explicación sobre el funcionamiento del reloj, que le había regalado su marido, lo cual la condujo al relato de la muerte de su señor esposo, lo cual a su vez la llevó a las lágrimas.

Estaba yo ponderando si reírme de lo absurdo de la situación y las ganas de rajar que tenía la mujer (¿tengo cara de psicólogo, para que la gente se desahogue conmigo, o qué?), si ponerme a leer de nuevo para indicar que no me interesaban sus desgracias, si poner cara de circunstancias y manifestarle mis condolencias o si ofrecer un pañuelo a la doliente cuando mi interlocutora se aparta violentamente y dice "¡Joder, mi vecina! No quiero que me vea llorar. Si me pregunta, le diré que es que estoy sudando mucho por culpa de la calor". Confieso que aproveché la coyuntura para volver al libro, pero la vecina pasó de largo sin saludar siquiera y la mujer volvió al ataque.

Tras una larga diatriba contra la Seguridad Social, que dejó morir a su marido como un perro, etc, etc, tocó el relato del atropello de su madre, de dos operaciones que no supe entender a qué se debían y un largo rosario de desgracias. Por fortuna, no todo era malo: ahora tenía "un amigo", que era amigo y no novio porque el único al que ella consideraría novio por el resto de su vida es al que luego fue su marido.

Juro que cuando vi llegar el autobús fue como si se abriera el cielo y se apareciera el mismo Dios (y eso que soy atea), ¡que ya no sabía dónde meterme para huir de aquella mujer!

Capítulo 4: Tragedia (II)
Si el domingo me contaba la triste historia de su vida una mujer bajita, de pelo corto y cano, el miércoles se sentaba a mi lado una mujerona grandota, de pelo muy largo y muy negro, brazos que parecían jamones y maquillaje muy llamativo. Yo estaba embebida en la lectura de Dafne desvanecida, de José Carlos Somoza (maravillosa novela, me gustó muchísimo) mientras me tomaba un biofrutas (o Pascual Funciona, o como quiera que se llame ahora el bebedizo este) cuando la mujer me tomó del brazo de forma tan brusca que casi lo tiro todo y me espetó "Niña, ¿y a ti te gusta beber eso? Porque mira que a mí me da un asco horroroso". Me planteé por un leve instante cuándo había surgido la moda de tironearme del brazo con el que esté sujetando un libro, pero opté por ser cortés y contesté que, si no me gustase, nunca me lo bebería. Ése fue mi error: mi interlocutora se enfrascó en un largo discurso sobre sus análisis de azúcar y cómo, son sus dos gramos en sangre, jamás se atrevería a leer algo tan empalagoso que además viene en botes tan grandes que la hartan antes de haber llegado a la mitad. Todo el discurso estaba jalonado de empellones, toquecitos en el brazo y muchos "alma mía", "niña" y "corazón".

Lo malo es que del azúcar pasó a las afecciones cardíacas y de ahí a las numerosas muertes en su familia ("Ya ves, hija, se murió en Nochebuena, para que nunca se me olvide la fecha"), a cómo la echaron de su piso en la Macarena y se vio obligada a vivir en mi barrio y por qué todas las noches lloraba en el balcón para que sus hijos no la vieran. Yo miraba con añoranza mi libro (¡con lo bueno que es y me estaban interrumpiendo en lo mejor!) y me preguntaba cuándo coño iba el chófer a abrir la puerta del autobús.

¿Que qué tiene esto de particular? ¡Que apenas hacía cuatro días que había vivido una situación similar! ¡Era estadísticamente imposible que volviera a pasarme algo así, tan pronto!

Me pregunto qué hay en mi expresión que haga que la gente se acerque a hablar conmigo... Otro día que esté aburrida, ya contaré más cosas de este palo.

domingo, 17 de agosto de 2008

Relojes de sol

Liberacion 003

Me encantan los relojes de sol. En el Parque de las Ciencias de Granada tuve ocasión de ver relojes de sol "corregidos", que tienen en cuenta la fecha para corregir el efecto de la inclinación del eje terrestre respecto al sol y que así la hora solar coincida con la del reloj de pulsera, pero no tienen el mismo encanto que esos que te hacen exclamar que el sol atrasa tres horas (y además, no sé leerlos). Ahora que al fin tengo cámara propia, me he propuesto recopilar todos los que he podido ver en las fachadas de las diferentes iglesias, en el Parque de María Luisa (que es ése que veis ahí arriba), ¡incluso en el aparcamiento del Mercadona de Sevilla Este!

Absurda 009

Esto que veis aquí es una placita situada en mitad de los aparcamientos de Centro Este, frente al FIBES. Está rodeada por un Mercadona, un Lidl, un Aldi y un Miró. El sol atrasa tres horas, el gnomon está cubierto de pintadas, el suelo está sucio y yo soy tan mala fotógrafa que no fui capaz de encontrar un lugar desde el que fotografiarla entera. Situada en un lugar triste, con un aspecto de abandono igualmente triste, esa plaza es uno de mis sitios favoritos para sentarme a leer, generalmente a la altura de las doce. Dado que está situada sobre el aparcamiento subterráneo, está lo bastante elevada como para no ver los coches estacionados a su alrededor; encerrada entre las edificaciones, el tráfico de la avenida queda muy lejos, pero se ve perfectamente la cúpula dorada del FIBES; y tiene algo de sedante mirar entre página y página cómo la sombra se va moviendo a tus pies, marcando el paso del tiempo.
Absurda 010

Lamentablemente, este mes de agosto el sol pega demasiado fuerte como para sentarme allí a la hora de la comida, a ponderar cómo, por muy aislada que pueda sentirme, no puedo sustraerme del paso de las horas.

jueves, 14 de agosto de 2008

Diez motivos para no coger el coche

Todo el que aboga por la utilización del transporte público habla del medio ambiente, del agotamiento de los recursos naturales, de la crisis energética, la del petróleo y las otras mil quinientas crisis... Yo he cavilado mucho sobre el tema y he llegado a la conclusión de que tengo unos diez motivos válidos perfectamente egoístas para no mover el coche, que son:

1.-Los demás conductores
Reconozco que yo misma conduzco muy mal y quizá sea la más peligrosa al volante de toda España, pero esos cambios de carril sin señalizar, esos adelantamientos por raya continua, ráfagas con las largas para que aceleres o te apartes y demás putadillas que suelen hacerme los conductores con prisa me ponen de tal mala leche que prefiero que conduzca otro. Viva el autobús, pues.

2.-Mi propio coche (I): temperaturas extremas
Habrá quien diga que éste no es un argumento válido, porque hoy en día todos los coches tienen calefacción y aire acondicionado. A quien aduzca eso lo invito a que me compre un coche nuevo, porque yo dispongo de un Seat Panda que en agosto es un horno. Y en julio también. Básicamente, desde mediados de mayo... Por tanto, un autobús en el que sudar como un pollo en invierno y tiritar de frío en verano supone un agradable cambio de temperatura respecto al exterior. Viva el autobús.

3.-Mi propio coche (II): comodidad
Supongo que este punto también es matizable, pero en este caso confluyen dos circunstancias discutibles: el Panda es muy incómodo, porque está muy desvencijado (de nuevo invito a quien alegue que los coches nuevos son estupendos a que me regale uno); y como da la casualidad de que cojo los autobuses en sus cabeceras, por mucho que el vehículo se ateste siempre puedo ir sentada, así que las apreturas y el ir de pie no me quita el sueño. No me gusta conducir (creo que se deducía del punto 1), llevo calefacción o aire acondicionado (punto 2) y voy sentada en un asiento que no puede ser peor que los del Panda. Viva el autobús.

4.-Los atascos
Todo el mundo me dice que con el coche se ahorra tiempo. Se nota que ellos no dependen de la misma autopista que yo para acceder a Sevilla, o no pasan por el Puente del Quinto Centenario a las mismas horas que yo y por tanto no tienen que salir con una hora de antelación para no pillar atasco (o para soportar el atasco y no llegar tarde al trabajo). Yendo en autobús, en lugar de salir de casa con una hora de antelación salgo una hora y media antes, pero en lugar de pasar el rato desesperada al volante, rezando porque el Pandita no sufra un calentón en el carril de en medio en pleno mar de coches, empleo ese tiempo en leer. No sólo voy entretenida, sino que me ahorro sofocones. Viva el autobús.

5.-El aparcamiento
Supongo que este punto se puede contabilizar junto con el anterior, pero entonces creo que no voy a conseguir reunir los diez puntos y tendría que modificar el título del post. Por mucho que, en teoría, utilizar el coche suponga un ahorro de tiempo, el coche hay que dejarlo en alguna parte y tanto en mi barrio como en el lugar donde trabajo es difícil encontrar un hueco. Si a la hora en el atasco se le suma la media hora de merodeo para encontrar aparcamiento, ya se tarda lo mismo en coche que en transporte público. A Dios gracias, no tengo que aparcar el autobús, ¡porque a ver dónde encontraba un hueco tan grande!

6.-La economía
Siempre llevo el depósito suplicando una gota de carburante porque generalmente no llevo un duro encima. Además, el Pandita es un coche viejo que parece estar siempre famélico, porque se bebe la gasolina como si fuera agua, con una rapidez pasmosa. Si hago cuentas, ir y volver al trabajo todos los días me cuesta algo menos de veinte euros a la semana, en tanto que el bonobús me cuesta alrededor de doce euros. Coomprarme un coche nuevo que consuma menos me saldría aún más caro, así que viva el autobús.

7.-Vida social
Trabajo en un sitio tan mal comunicado que hay una única línea que llega hasta ahí, el 27. Para más inri, aunque el ambiente de trabajo es inmejorable, es la mía una ocupación que me mantiene pegada al puesto de trabajo durante toda la jornada, así que el momento de charlar y confraternizar con las compañeras es durante la comida ¡o en el autobús! Como el trayecto del 27 es eterno, los más grandes cachondeos con las compañeras tienen lugar subidas en ese autobús. Nadie lo diría, pero el 27 fomenta el compañerismo y ayuda a labrar amistades...

8.-Un desavío
Para coger el 27 tengo que ir desde Plaza de Armas hasta la Plaza de la Encarnación, con lo cual me doy un paseíto (de hecho, el punto nueve será "Un poquito de deporte") y cruzo el centro. Aunque esto pueda parecer un argumento en contra, mientras haya libros de saldo en El Corte Inglés de la Plaza del Duque o tenga ocasión de desviarme hasta Nostromo, este paseo es un extra añadido, porque suele darme tiempo a echar un ojito a los libros. De manera similar, si tengo que realizar alguna gestión por la zona, aprovecho el viaje. Todos sabemos que es imposible aparcar en el centro así que viva el autobús.

9.-Un poquito de deporte
Dicen que quien mueve las piernas, mueve el corazón. Si bien es cierto que caminar desde el aparcamiento que se haya encontrado en el quinto pino hasta casa también es deporte, no por eso vamos a menospreciar el ancar de una parada a otra para hacer el transbordo. Y ahora que mi avenida está de obras y hay que coger el autobús en la otra punta del barrio, más ejercicio hago :P

10.-Anda, mierda, no tengo punto diez...
Pues a ver qué podría añadir... No me gusta conducir y así otro conduce por mí; me permite tener tiempo para leer y relacionarme en lugar de estar en un atasco tras el volante; me brinda ocasión para que me dé el aire; me ahorra el asarme en el Panda; me sale más barato que mi vehículo actual. ¿Realmente haría falta un punto diez? No sé cuál podría ser dicho punto, con el que finiquitar este post, porque imagino que añadir que la cantidad de anécdotas que se pueden acumular en el transporte público tiene poco que ver con los cabreos que se cogen al volante sería redundante. ¿Y si lo dejamos simplemente en que odio conducir y por tanto el autobús me ahorra mucho sufrimiento? ¡Hala, con un solo punto solventamos la cuestión!

domingo, 3 de agosto de 2008

Con luz roja, espere su turno

Hace unos días me visitaron unos amigos de Barcelona y nos quedamos en mi piso de El Puerto de Santa María. Esta visita, como siempre que viene alguien de fuera, ha supuesto el redescubrimiento de la ciudad: también me pasa cuando tengo que guiar a alguien foráneo por Sevilla, que termino descubriendo rincones que no conocía o que siempre me habían pasado desapercibidos.

Lo que no sé es cómo me ha pasado desapercibido es este confesionario de la Prioral, porque esa bombillita naranja que suponemos que habrá de indicar si el cura está en disposición de oír confesión es bastante llamativa...

Confesionario de la Prioral


Si yo fuera mejor fotógrafa, además de la bombilla se advertiría el interruptor que hay dentro del confesionario.

Mi hermana, que no hace mucho estuvo en Italia, afirma no sólo que ésta es una práctica habitual en Roma, sino que allí añaden carteles con los idiomas en los que el sacerdote puede atender "a los clientes".