Hace unos días me visitaron unos amigos de Barcelona y nos quedamos en mi piso de El Puerto de Santa María. Esta visita, como siempre que viene alguien de fuera, ha supuesto el redescubrimiento de la ciudad: también me pasa cuando tengo que guiar a alguien foráneo por Sevilla, que termino descubriendo rincones que no conocía o que siempre me habían pasado desapercibidos.
Lo que no sé es cómo me ha pasado desapercibido es este confesionario de la Prioral, porque esa bombillita naranja que suponemos que habrá de indicar si el cura está en disposición de oír confesión es bastante llamativa...
Si yo fuera mejor fotógrafa, además de la bombilla se advertiría el interruptor que hay dentro del confesionario.
Mi hermana, que no hace mucho estuvo en Italia, afirma no sólo que ésta es una práctica habitual en Roma, sino que allí añaden carteles con los idiomas en los que el sacerdote puede atender "a los clientes".
Lo que no sé es cómo me ha pasado desapercibido es este confesionario de la Prioral, porque esa bombillita naranja que suponemos que habrá de indicar si el cura está en disposición de oír confesión es bastante llamativa...
Si yo fuera mejor fotógrafa, además de la bombilla se advertiría el interruptor que hay dentro del confesionario.
Mi hermana, que no hace mucho estuvo en Italia, afirma no sólo que ésta es una práctica habitual en Roma, sino que allí añaden carteles con los idiomas en los que el sacerdote puede atender "a los clientes".
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