No encuentro ahora en qué tuit se cuestionaba que hubiera presión social sobre las mujeres para que fueran madres. Es cierto que no me persigue una horda de ginecólogos con jeringas llenas de hormonas que me estimulen los folículos o directamente para inseminarme como para que pueda decir que me siento presionada. No puedo decir que se trate de algo más sutil, aunque sea menos gráfico, ya que van igualmente a saco: me refiero a las amigas de mi madre o a cualquier mujer mayor que yo con la que me vea obligada a establecer conversación.
Mi madre pertenece a una asociación de mujeres en su pueblo y alguna vez han organizado una comida, una reunión por el Día Mundial de Tejer en Público o algún otro evento al que me han invitado. Algún día tendría que hablar de lo bien que se lo pasan, de cómo la edad, las enfermedades, la lucha por sacar adelante a la familia y todas las vicisitudes les han hecho perder el sentido del ridículo: ya no tienen nada que perder y por tanto sueltan lo primero que les viene a las mientes. Son veladas divertidísimas excepto "el momento", cuando alguna se gira hacia mí y me espeta "Tu madre quiere un nieto". Mi respuesta era siempre "Que se lo diga a su otra hija". Es cierto que mi hermana sí ha tenido una niña, pero ahora que podía alegar que mi madre ya tenía la ansiada nieta y que todas podían irse a tomar por culo con el tema de la maternidad no pueden soltar la presa: "Pero tu madre también quiere que tú le des nietos. Ella te los cuida". Vamos a ver... Si mi madre tiene necesidad de cuidar, que adopte un gato, porque yo no creo que sea ético ni decente largarle un crío a una mujer mayor y despreocuparme.
Vamos a obviar los razonamientos del tipo "Seguro que cuando veas a tu sobrina se te despierta el instinto", porque realmente no lo tengo. No me gustan los niños. Es cierto que estos crecen, pero tampoco me gusta la gente en general, así que no creo que la cosa mejore con el tiempo. Claro que quiero a mi sobrina, me río mucho con sus reacciones y apunta ciertas maneras que me hacen pensar que podré congeniar con ella, pero cuando llevo una hora y media sentada en el suelo, pendiente de que no se lastime, que no se trague nada, que no meta los dedos en los enchufes, que no se pille los dedos con los cajones, me alegro de ser sólo su tía, de poder dejarla con sus padres y salir de allí hasta que decida pasar otro rato así.
Recuerdo cuando una de las amigas de mi madre sacó el móvil, me enseñó un bicho que era todo ojos y orejas, me espetó un "¿De verdad no quieres uno como éste?" y se me escapó un "Mujer, como ése precisamente no". Mi madre todavía no me lo perdona, pero es que un engendro escapado de un laboratorio de ingeniería genética no es un buen argumento a favor de la maternidad.
Agotado el recurso de los críos que despierten el reloj biológico, llegan las hipótesis: "¿Y si tu marido quisiera?". Por fortuna, no hay marido que tenga voz ni voto en este asunto. Quien me aguanta desde hace más de diez años y yo hablamos largo y tendido sobre el tema y hubo consenso. Ninguno de los dos tenemos ningún afán de reproducción y, de haberlo tenido, cada cual hubiera tirado por su lado, en busca de una pareja con planes de futuro que se nos acomodaran mejor. Tan simple.
Lo que me resulta curioso de todo esto es que, como no tengo un marido al que desairar al negarme a parir, siguen insistiendo. "¿Y si te quedases embarazada?". En ese punto ya suelo estar desquiciada, porque no entiendo esa necesidad de que yo admita que sí, que en algún momento de mi vida tengo que dar algún uso a mi aparato reproductivo aunque sea en un caso hipotético. Les contesto que los embarazos no deseados no tienen por qué llegar a término y entonces se escandalizan. No saben que en ese punto me tienen ya tan enervada que si tuviera que detonar una bomba atómica para acabar con la humanidad al pleno lo haría, porque si recurro al argumento de que dentro de nada voy a estar menopáusica me recomiendan la adopción con entusiasmo. No entiendo ese afán de obligarme a dar mi brazo a torcer aunque sea de forma imaginaria. Tengo que ser madre de cualquier manera.
He hablado de las amigas de mi madre, pero generalmente me ocurre con todas las mujeres mayores con las que tengo que interactuar. Lo peor es cuando esa serie de situaciones hipotéticas que acaban conmigo criando tres churumbeles imaginarios me las plantean mujeres más jóvenes que yo, las que además puntualizan que "un hijo de completa". No entiendo qué es lo que me falta que tenga que suplir con los cuidados de otro ser humano. Entonces ellas me contestan que "Lo respetan", frase que me han dicho ya en diversos contextos y viene a significar "Haz lo que quieras, pero sólo porque no puedo obligarte a pensar de otra manera" (me han dicho que respetan mi ateísmo, que respetan mi ideología de izquierdas, que respetan que no me case, que respetan que mi pareja no me arrastre a comer con mi suegra, que respetan que tenga perros grandes en un piso cuando los animales necesitan campo, incluso que respetan que prefiera el ganchillo al punto aunque el ganchillo sólo sirva para hacer pañitos y sea cosa de viejas).
Hay quien me ha afeado que tenga perros para suplir la carencia de hijos. No sé qué tiene que ver el tocino con la velocidad, porque si he de comparar la crianza de mi sobrina con la atención que requieren mis perros no encuentro ninguna semejanza, salvo ocuparme de darles de comer y de vacunarlos cuando toca.
Me han acusado de ser una egoísta. Nadie me ha dicho literalmente que al no tener hijos no estoy dando al sistema trabajadores que produzcan y que coticen para pagar mi pensión, argumento que sí podría entender. Quizá estoy negando a pediatras, profesores y yo qué sé qué otras profesiones relacionadas con la infancia una clientela que precisan para ganarse el sueldo, que es otra forma de verlo. No. Soy egoísta porque estoy privando de cuidados, amor, educación y yo qué sé qué mas a un ser que, como no existe, ni me los demanda ni los necesita. Y me voy a morir sola, como si no conociera ya a tantos mayores cuyos hijos están en Madrid, Barcelona, Northampton o Berlín y que por tanto están igual de solos aun teniendo descendencia.
No diré por tanto que exista presión social, pero las conversaciones que aquí reproduzco sí han tenido lugar con cierta frecuencia y casi siempre con otras mujeres, así que un poquito por saco sí que dan.