Llevo mucho tiempo sin escribir en este blog, que creé para comentar las tonterías pequeñas y personales. No es que no abunden las tonterías, tanto las pequeñas y personales como las grandes y públicas, pero es que no he encontrado ni el momento ni el estado de ánimo precisos para ponerme a relatar algo de forma coherente. Sin embargo, es bien fácil seguirme la pista, porque puede que no tenga ganas de redactar, pero dejar una simple frase con una idea es pan comido.
¿A qué viene esto? A que hace poco encontré en el contador de visitas de este blog una búsqueda de Google que había empleado los términos "Carboanion Facebook" y otra que buscaba "Carboanion Twitter". Aunque es cierto que en Twitter sí tengo el mismo nick, ¿de veras alguien pensaba que en Facebook también uso un nombre simulado, o es que creía que tengo un club de fans allí? Me encantaría saber quién se aburre tanto como para querer encontrarme en las redes sociales, aunque al reflexionar un poco sobre el asunto concluí que es pasmosa la facilidad con que hacemos nuestras vidas públicas y qué poco novedoso resulta ya el programa Gran Hermano si se tiene internet. Internet y una cámara de fotos, claro...
Tengo una cuenta en Twitter, sí, que básicamente me sirve para cambiar el estado en Facebook. Mi red allí es muy reducida y procuraré que siga así, porque en una ocasión me incluyó alguien que actualizaba cada cinco minutos y me llenaba la página de mensajes, con lo cual entrar significaba verse inundada de información intrascendente. No es que yo sea muy profunda, pero ¿de veras alguien cree que me puede interesar su vida minuto a minuto, desde que se va a lavar los dientes hasta que se ha enjuagado la boca después del cepillado, incluyendo en qué sentido ha frotado cada molar? Pero este retrato tan detallado de la vida diaria es aún más literal cuando hay una cámara de fotos de por medio y una cuenta de Tuenti.
Para ser sincera, odio las fotos. Me gusta hacer fotos a las gárgolas y todo tipo de criaturas fantásticas de las fachadas de las iglesias, a los relojes de sol, a las flores y a todo lo que esté en un museo, pero no a las personas. Creo firmemente que las personas son para interactuar con ellas, no para verlas en foto. Sin embargo, gracias a la fotografía digital, que elimina los costes de revelado y pone el límite sólo en la capacidad del disco duro, en los perfiles de Tuenti de mis primas más jóvenes puedo encontrar todo un reportaje fotográfico de cómo se maquilla antes de salir; de cómo abre la puerta antes de irse de juerga; cómo la cierra; cómo se sube en el ascensor; cómo se reúne con las demás amigas; y así una ingente cantidad de imágenes que relatan paso por paso lo mucho que se han divertido durante la noche y lo bien que se lo pasan. He visto ya tantas fotos de mis primas con los cubatas en la mano que todas las terminan por parecerme iguales (las fotos, no mis primas XD). Una biografía en imágenes.
Es cierto que tengo y uso las cuentas de Twitter, Tuenti y Facebook y ahora que estoy desempleada pierdo demasiado tiempo en esas redes sociales. Reconozco que a través de Facebook dio conmigo una azafata del pabellón de Suecia de la Expo´92 de la hacía diez años que no sabía nada y que no está mal saber qué hacen y cómo se encuentran los amigos pero ¿hasta qué punto son las redes sociales escaparates de nuestra propia vida? ¿Es necesario ser tan exhaustivo en el relato de nuestras vivencias? ¿De dónde viene esa necesidad de compartir cada minuto de la existencia?
¿A qué viene esto? A que hace poco encontré en el contador de visitas de este blog una búsqueda de Google que había empleado los términos "Carboanion Facebook" y otra que buscaba "Carboanion Twitter". Aunque es cierto que en Twitter sí tengo el mismo nick, ¿de veras alguien pensaba que en Facebook también uso un nombre simulado, o es que creía que tengo un club de fans allí? Me encantaría saber quién se aburre tanto como para querer encontrarme en las redes sociales, aunque al reflexionar un poco sobre el asunto concluí que es pasmosa la facilidad con que hacemos nuestras vidas públicas y qué poco novedoso resulta ya el programa Gran Hermano si se tiene internet. Internet y una cámara de fotos, claro...
Tengo una cuenta en Twitter, sí, que básicamente me sirve para cambiar el estado en Facebook. Mi red allí es muy reducida y procuraré que siga así, porque en una ocasión me incluyó alguien que actualizaba cada cinco minutos y me llenaba la página de mensajes, con lo cual entrar significaba verse inundada de información intrascendente. No es que yo sea muy profunda, pero ¿de veras alguien cree que me puede interesar su vida minuto a minuto, desde que se va a lavar los dientes hasta que se ha enjuagado la boca después del cepillado, incluyendo en qué sentido ha frotado cada molar? Pero este retrato tan detallado de la vida diaria es aún más literal cuando hay una cámara de fotos de por medio y una cuenta de Tuenti.
Para ser sincera, odio las fotos. Me gusta hacer fotos a las gárgolas y todo tipo de criaturas fantásticas de las fachadas de las iglesias, a los relojes de sol, a las flores y a todo lo que esté en un museo, pero no a las personas. Creo firmemente que las personas son para interactuar con ellas, no para verlas en foto. Sin embargo, gracias a la fotografía digital, que elimina los costes de revelado y pone el límite sólo en la capacidad del disco duro, en los perfiles de Tuenti de mis primas más jóvenes puedo encontrar todo un reportaje fotográfico de cómo se maquilla antes de salir; de cómo abre la puerta antes de irse de juerga; cómo la cierra; cómo se sube en el ascensor; cómo se reúne con las demás amigas; y así una ingente cantidad de imágenes que relatan paso por paso lo mucho que se han divertido durante la noche y lo bien que se lo pasan. He visto ya tantas fotos de mis primas con los cubatas en la mano que todas las terminan por parecerme iguales (las fotos, no mis primas XD). Una biografía en imágenes.
Es cierto que tengo y uso las cuentas de Twitter, Tuenti y Facebook y ahora que estoy desempleada pierdo demasiado tiempo en esas redes sociales. Reconozco que a través de Facebook dio conmigo una azafata del pabellón de Suecia de la Expo´92 de la hacía diez años que no sabía nada y que no está mal saber qué hacen y cómo se encuentran los amigos pero ¿hasta qué punto son las redes sociales escaparates de nuestra propia vida? ¿Es necesario ser tan exhaustivo en el relato de nuestras vivencias? ¿De dónde viene esa necesidad de compartir cada minuto de la existencia?
4 comentarios:
Ahora está muy de moda polemizar sobre las redes sociales, todo depende del uso que hagamos de ello y de lo que queramos hacer público y del tiempo que tengamos para actualizar nuestros perfiles. Yo, que soy una vaga, tengo todo lo que mencionas pero apenas uso.
Yo no polemizo, pero me sorprende ese afán por no dejarse nada en el tintero que tienen algunos... Ya ves, yo también tengo cuenta de todo, pero a veces almuerzo huevos fritos con patatas y no lo menciono en internet :P
Entiendo lo que dices sobre el afán de las redes sociales; personalmente, me niego a tener más de lo que tengo, precisamente por eso, por el afán de algunas personas, no tengo mis apellidos en facebook.
Creo que la necesidad de que comentar proviene de la soledad interior de las personas; necesitamos darnos a conocer, que seamos el centro de atención, que nos mimen, nos quieran, se preocupen por nosotros y que nos digan piropos (¡qué bien sales en la foto A!); creo que, en la sociedad en que vivimos, hay poca gente que disfrute siendo su propio referente, sin el apoyo "emocional y lingüístico -mensajes" de los demás. Vivir con uno mismo, mirándote en el espejo, es más difícil que vivir "vendiendo" tu vida en las redes sociales.
***
Y sobre el discurso filosófico anterior, creo que te ha tocado el que me corresponde esta semana, según mis cálculos, lo siento XDD
Perdón por las erratas que se me han colado en el discurso, ¡¡¡ayss!! qué poca profesionalidad me queda a estas horas... XDD
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