martes, 22 de diciembre de 2009

La palabra del día (XIII): reseguir

Aunque soy de ciencias puras, para aprobar Lenguaje en EGB y Literatura Española en segundo de BUP tuve que aprenderme las normas de ortografía de memoria y aplicarlas con más o menos acierto. También tuve que aprender Historia y Geografía y confieso que las he olvidado con el correr del tiempo porque no utilizaba esos conocimientos salvo para ocasionales partidas de Trivial, pero como sí he seguido leyendo y, en menor medida, redactando, creo que aun sin convertirme en una ortonazi puedo afirmar que no soy una hoygan del montón. Alguna falta se me escapa, por supuesto, pero intento prestar atención a lo que escribo.

Desde muy pequeña me decían que leer te ayuda a quitarte las faltas de ortografía, pero Un viñedo en la Toscana, de Ferenc Máté, me ha demostrado que hay libros que te ayudan a mejorar por psicología inversa, enseñándote cómo no se hace: es un libro plagado de faltas (y, para mi gusto, carente de interés, pero eso es otra historia). Y ha sido en mi ejemplar de esta obra que he encontrado (diez millones de veces) la palabra reseguir.

No es la primera vez que la encuentro. La primera vez que busqué reseguir en la RAE fue tras leer un cuento que escribió un amigo y en el que usaba este verbo para indicar que alguien repasaba un trazo con la punta del dedo. Me resultó un poco extraño y, pedante de mí, le dije que había utilizado una palabra que no existía. Él replicó "Pues en catalán sí existe" y la RAE me clavó la puntilla diciendo que además de ser una pedante había quedado en ridículo, porque reseguir sí está recogida con la acepción "Quitar a los filos de las espadas las ondas, resaltos o torceduras, dejándolos en línea seguida". Sin embargo, no es lo mismo eliminar imperfecciones del filo de una espada que ceñirse a las ondulaciones del terreno, transcurrir en paralelo al curso de un río o cualquiera de esas mil trayectorias que se describen con este verbo en Un viñedo en la Toscana, que incluye "reseguir" unas diez veces por página porque abunda en descripciones del terreno.

No tengo nada en contra del idioma catalán, pero sí opino que si han editado la obra en castellano, qué menos que usar las palabras en su acepción en este idioma. Eso de encontrar faltas y más faltas en todos los libros que pasan por mis manos últimamente ya es otra historia, bien triste...

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