El término es despectivo, pero no tengo ningún problema en admitir que soy una maestra liendre, de las que de todo saben pero de nada entienden. No puedo evitar que me interese (casi) todo. Sería buena cosa si yo fuese más sociable, porque gracias a internet y a las redes sociales terminas conociendo a gente de toda laya, pero siempre me doy de bruces con el concepto de "comunidad". Esta noche me voy a centrar en los libros, porque no hace mucho que tuve una conversación al respecto con una amiga, pero lo puedo aplicar al ganchillo, al ciclismo, a los adoptantes de perros, a los fansub, a cualquier afición o actividad.
No sé quién es John Waters ni si la frase que se le atribuye,“Necesitamos hacer que los libros vuelvan a molar. Si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo folles”, es realmente suya o el invento de algún iluminado, pero es la cita idónea para dar pie a mi parrafada. Supongamos que conozco a alguien que me gusta y voy a su casa. Tiene todas las paredes forradas de estanterías, con las baldas combadas por el peso de una ingente cantidad de libros. En tanto él va a la cocina a por un par de refrescos, un vaso de agua o lo que sea que quiera ofrecerme, me dedico a leer los títulos de los lomos y me encuentro unos tochos de filosofía que me asustan, acompañados de poemarios que me dan más miedo aún, libros de autoayuda y ¡toda la serie de Harry Potter! ¡Ay! Podríamos tener buen sexo, claro que sí, pero ¿de qué voy a hablar yo con este hombre cuando terminemos? Prefiero un ligue que por no ver letra impresa ni siquiera tenga un folleto del supermercado en casa, pero que tenga tres perros, vaya al trabajo en bicicleta y sea aficionado a las películas de Marvel, porque tendremos mucho más en común (y aún así tampoco apostaría a que la cosa terminase bien).
Como ya comenté, no hace mucho hablaba con una amiga sobre "la gente que lee". Ella afirmaba que conocer a alguien y saber que le gusta leer era un punto a favor, que la inclinaba a confiar en esa persona y despertaba su simpatía. Yo oponía que uno puede ser un lector empedernido y un asesino en serie, que lo cortés no quita lo valiente. No termino de ver cómo una simple afición puede ser indicio de afinidad entre dos personas, sobre todo cuando es una que en realidad abarca una infinita variedad de temas. Los dos leemos, sí, pero es un nexo de unión muy poco consistente si tú coleccionas todas las monografías sobre la implantación del cristianismo en el Imperio Romano y yo soy una fanática de la space opera.
Mención aparte merecen los foros y clubes de lectura. Del mismo modo que muchos me regalan marcapáginas (que no uso), otros me invitan a sus páginas de Facebook, clubes de lectura y otras versiones de comunidades lectoras. No hay nada que me fastidie más que leer por obligación, porque este es el mes del Orgullo Gay y hay que comprometerse a leer un título escrito por un hombre trans, otro por una lesbiana, una monografía sobre la lucha por sus derechos y yo qué sé qué requisitos más. O a alguien se le ocurre que la literatura africana es la gran desconocida en nuestro mercado editorial y hay que buscar un autor de cada uno de los países de ese continente para aprender a valorarlos. O todos a leer el mismo libro para poder comentarlo. ¡Lo que me faltaba! Lo único que hago por obligación es trabajar, porque mi nómina depende de ello, ¡pero me niego a doblegar mi ocio a las exigencias de la "comunidad de lectores"! Sin contar de los peligros de disentir de la opinión mayoritaria y que te espeten eso de "Es que no lo has entendido", cuando quizá no se trata de entendimiento, sino de interpretación.
¿Te gusta leer? Estupendo, es una actividad muy enriquecedora, pero hasta aquí llegamos.